
Sé que es un poco cursi esto de San
Valentín, los corazones, que bonito es el amor y todo eso pero ha sido la excusa perfecta para probar algo que llevaba tiempo queriendo hacer; el
fondant de azúcar.
Lo leí no hace mucho en el periódico y enseguida me puse a
investigar por
Internet y resulta que encontré una manera de hacerlo muy curiosa, con nubes (o
marshmallows en inglés).
Aunque es fácil de hacer ya que sólo se necesitan nubes y azúcar hay que tener paciencia porque habrá que amasar bastante hasta que consigamos la textura perfecta y lo del diseño y los colores es a vuestro gusto. En
Internet hay muchas ideas, algunas de ellas alucinantes, verdaderas obras de arte. La decoración de esta tarta ha sido totalmente improvisada por mi hermana y por mí con la ayuda de unos moldes de corazones para galletas.
Las nubes que compré eran de dos colores, blancas y rosas así que se me quedó un color rosa claro. Para conseguir el color morado, le puse a un poco de la masa colorante azul.
Venga, ¡aún
estáis a tiempo para preparar una!
1 bizcocho con forma de corazón del sabor que más os guste
1 bolsa (300
gr.) de nubes
1 paquete de azúcar
colorante alimentario
mucha imaginación
El bizcocho que va debajo es el bizcocho de chocolate a la taza que colgué hace unos días. Lo único que cambia es el molde para hacerlo, que en vez de utilizar el de
plum cacke he utilizado uno con forma de corazón. Hacemos el bizcocho y lo dejamos enfriar casi por completo.
Para el
fondant, ponemos las nubes en un recipiente para microondas con un poco de agua y las calentamos uno o dos minutos.
Sacamos las nubes y con la ayuda de una cuchara movemos la
mezcla bien hasta que veamos que están todas desechas y que se queda una pasta azucarada
súper pegajosa.
Pulverizamos todo el contenido del paquete de azúcar hasta hacerlo azúcar
glass (también se puede comprar ya pulverizado pero es más caro).
Vamos incorporando azúcar
glass a la mezcla de nubes y llegará un momento en que ya no lo podamos
mezclar de lo duro que está, así que ponemos azúcar en la superficie en la que vayamos a trabajar y seguimos amasando e incorporando más
azúcar glass hasta obtener una pasta dura que ya no se pegue a las manos. (Os pondréis perdidos/as, pero no os
preocupeis que sale estupendamente con agua caliente).
Cuando
tengáis la masa perfecta, la envolvemos en papel
film y la metemos en el frigorífico un par de horas. (Se tarda un ratito en conseguirla y se hace ejercicio de brazos).
Sacamos la masa y con la ayuda de un rodillo la estiramos. Ponemos el molde de corazón presionando la masa para que se quede grabado el dibujo y recortamos con la ayuda de un cuchillo. Ponemos la cobertura por encima del bizcocho y le vamos dando la forma del corazón.
Con la masa que ha sobrado le hacemos los adornos, en este caso de corazones morados pero ya os digo que el diseño es algo muy personal y se puede hacer casi de cualquier cosa que os padáis imaginar; ¡yo ya tengo unos cuantos más en mente que espero poder realizar pronto!.